Familia Stonebear
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

+4
Lirthas
Blaze
Alderion
Essi Daven
8 participantes

Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Essi Daven Mar Jul 26, 2016 10:34 pm

Post para ir colgando las minihistorias de qué hace vuestro pj en un día (con algo de gracia, por supuesto). Solo serán relatos orientativos y no definitivos, así que no os rayéis.
Essi Daven
Essi Daven

Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 26/07/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Essi Daven Jue Ago 04, 2016 11:45 am

ESSI

Ventormenta apareció como un viejo sueño ya olvidado.  Se perfiló en la costa tal y como la recordaba haberse desvanecido nueve años atrás. Como si, en lugar de haberse recorrido el mundo, solo hubiese salido una tarde a ver cómo los pescadores hacían su trabajo.

Cuando el barco llegó a puerto y Essi pisó al fin la ciudad con sus zapatitos negros, los miedos de volver a la vida en sociedad se disiparon. Había devorado decenas de libros sobre amores desdichados entre hijos de distintos nobles cuyas fortunas eran muy dispares, o cuyas familias llevaban en discordia desde siempre y, en verdad, se moría de ganas por vivir la suya propia.

Su madre, sin embargo, no tenía el mismo entusiasmo. Desde la pérdida de su marido, se veía desbordada por la responsabilidad de guiar la vida de la abrumadora cantidad de descendencia que había engendrado: una sola hija. Era de ese tipo de mujeres que se ahogaba en un vaso de agua. En parte era normal, teniendo en cuenta que nunca antes se había visto en la necesidad de tomar decisiones. Dárea venía de una familia noble de ingresos humildes, los sobrios Stonebears, donde era la menor de cinco hermanos. Su padre, harto de negociar bodas y alianzas, decidió casarla con un viejo amigo suyo que había enviudado sin primogénito alguno. Se llamaba Rolder Daven, y era el último de su estirpe, por lo que tenía una casa, cinco sirvientes a su cargo y unos ingresos suficientes para darle una vida hasta caprichosa a su hija.

De la unión salió un pequeño bichillo de ojos azules y mente voraz que conquistó el corazón de su padre hasta el último de sus días. Tras ocho años viéndola vivir entre paredes y el bullicio de una ciudad que no presentaba ningún reto, llegó a la conclusión de que aquel pajarito no estaba hecho para vivir enjaulado y decidió vender todo cuanto tenía y llevarse a su mujer y a su hija a ver mundo. Siete años duró la aventura hasta que el viejo Rolder cayó enfermo y pasó al otro barrio.

Fue entonces cuando empezaron las preocupaciones de la señora Daven. Con los escasos restos de la fortuna de su marido, su fiel mayordomo Dandil y una hija de experiencias insaciables, tardó dos años en conseguir montarlos a todos en un barco de vuelta a Ventormenta, donde su hermano mayor regía ya la casa de su familia y le había asegurado por carta que habría una habitación esperándolas.

No obstante, después de haber recorrido todo el largo camino a casa, la habitación iba a tener que esperarlas un poco más. Tanto Dandil como la señora Daven eran incapaces de salir por su propio pie del barco, ya que el viaje los había dejado en una completa indisposición. Así que fue ella misma la que, por una vez, se olvidó de todos los peligros que podían acechar en una ciudad como Ventormenta a una joven de diecisiete años con la cabeza en las nubes, y le pidió a su propia hija que buscase la casa Stonebear para decirles que enviasen un carruaje a puerto.

Pero Essi no pisaba aquellas calles desde hacía nueve años y no veía la prisa en correr a buscar una casa a la que ni siquiera recordaba cómo llegar. En su lugar, decidió pasearse por el puerto para observar a las personas e imaginarse qué vidas podrían llevar. Aprovechó también para escuchar a algún que otro profeta de esos que eran aplaudidos por las multitudes por decirles que iban a morir por mamarrachos y hasta se unió a un músico callejero cuando cantaba “La vieja y fresca zorra Adela”, ya que el joven no parecía poder llegar bien a los agudos. Al terminar, el público los vitoreó y él le dio fervientemente las gracias.

Vio entonces el momento perfecto de empezar a preguntar por los Stonebears, y él le aseguró que se sabía un atajo para llegar a su casa en menos que canta un gallo. La cogió de la mano y ambos empezaron a correr por una callejuela maltrecha.

Cuando apenas había un par de personas más a la vista, pararon y le preguntó si quería tocar su laúd, pues solo con su voz ya lo había conquistado y, si también sabía tocar el instrumento al menos la mitad de bien, lo iba a acabar enamorando por completo. Cuando ella asintió, él tomó su mano y, con un movimiento rápido y conciso, se la introdujo bajo sus pantalones.

—Toca para mí, princesa —le dijo dulcemente.

Ella le dio un puñetazo en la cara con la mano que tenía libre y se echó a correr, y así fue como empezó una persecución que podría haber acabado muy mal de no ser porque uno de sus nuevos fans ventormenteños la había seguido y se puso entre ambos.

—¡Alto ahí, ser inmundo! ¡Rata despreciable! —le gritó, mientras intentaba sacar la espada de su vaina. El bardo frenó rápidamente y se dispuso a salir pitando, pero, al ver que el muchacho era incapaz de desenfundar el arma, sacó un pequeño estoque para hacerle frente.

Cuando ya lo tenía encima, su héroe anónimo decidió quitarse el cinturón y, tras esquivar la primera arremetida del malhechor, le dio con la espada enfundada tres golpes en la espalda tan fuertes que, de haber tenido filo la vaina, lo habría cortado en pedazos.

El joven se podría haber ganado su propio poema heroico de no ser por que, cuando el bardo echó a correr, intentó perseguirlo y se tropezó con sus propios pantalones, que le quedaban un poco holgados. Así se quedó tirado en el suelo con las calzas al aire mientras le lanzaba improperios amenazantes en la lejanía.

Essi lo ayudó a levantarse y le agradeció hasta el infinito su valiente actuación.

—No hay de qué, bella damisela. Sabía que ese bribón no se traía nada bueno. Estaba entre vuestro público cuando os escuché cantar y no pude evitar oír que le preguntabais por la familia Stonebear. Cuando vi que os llevaba por esta dirección tan poco adecuada, decidí seguiros. Pero no me deis las gracias, no. Es mi deber como aspirante a caballero y fiel sirviente de la familia que buscáis.

—¿Trabajáis para mi tío entonces?

—Si el señor Stonebear es vuestro tío, sí. Soy su escudero más preciado.

—¡Vaya! Qué suerte la mía. Ya tiene que ser casualidad haberos encontrado en el puerto.

—Bueno… Esto… El chico de los recados se ha puesto malo hoy, y el señor me ha pedido que le compre unas cosillas.

—Claro, claro. Lo entiendo.

El joven le ofreció su brazo para guiarla hasta la casa. Por un momento, Essi llegó a dudar, ya que era el segundo hombre que le ofrecía su ayuda ese día y, pensándolo fríamente, el primero había tenido mucha mejor apariencia que ese. No obstante, decidió dejarse guiar y, finalmente, acabó delante de dos macizas puertas grises grabadas con el característico oso de su familia materna.

Así fue como, después de nueve años, la pequeña Essi, la de los grandes ojos azules, volvió a entrar al que sería su hogar durante mucho, mucho tiempo.

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 4u72fs


Última edición por Essi Daven el Lun Ago 08, 2016 3:56 pm, editado 1 vez
Essi Daven
Essi Daven

Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 26/07/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Alderion Lun Ago 08, 2016 2:18 pm

Bremelyn Redstride
De entre la boñiga de un caballo, un caballero renace


Me despierto sobresaltado a causa de uno de mis propios ronquidos. Lo hago con una vergüenza que se disipa al ver que solo los caballos de la cuadra han sido testigos. Todo héroe tiene sus momentos de parquedades cuando anda en compañía, sin embargo, cuando uno se encuentra solo se debe a sus necesidades más íntimas, ¿no? Dejo de reflexionar mirando tanto al horizonte cercano como a mis botas escabrosas y me levanto del montón de heno donde hoy he dormido.

—No es penuria, ni me causan desdén estas condiciones, todo aprendiz de caballero debe sufrir para luego ser recompensado. O eso creo —digo mientras el gallo cacaraquea con su habitual elegancia. Me enfundo mis botas y me acicalo el pelo con el agua del abrevadero, con tan mala suerte de empaparme las mangas—. ¡Cáspita! La camisa calada justo el día en que el señor Elrik me convocaba en sus aposentos. ¿Cómo voy a presentarme de esta manera? No, no. Algo debo hacer, aunque el remedio me cueste un trapo nuevo… ¡Eso es, un trapo nuevo! —exclamo al mismo tiempo que recojo mi espada arriada y la alzo con firmeza y rapidez. Una idea me recorre la mente, una totalmente distinta a dejarla secar, pues ya no queda tiempo—. ¡Cortaré las mangas y tanto mi dignidad como la de la familia Stonebear quedarán intactas! Pues hoy me armarán caballero juramentado y… —desisto en mis palabras, pues al alzar mi arma contemplo que no se desenfunda hasta llegar justo al final del movimiento.

Cuando en lo más alto se encuentra, la vaina sale disparada y no tiene otro lugar donde aterrizar que en el trasero del corcel del amo Dragan. Por desgracia, aún no he retirado el taburete con el cual cepillo a las bestias y este no tarda en rebuznar y pegar tal coz, que envía el asiento en mi dirección.

—¡Rayos! —No reacciono a tiempo y una de las tres patas del taburete se estampa contra mi frente. Ya en el suelo, y con mis extremidades y espada hechas un batiburrillo, me resigno a que tendré un chichón del tamaño de una manzana. Me dispongo a cortar las mangas y dejarla con los menos trasquilones posibles–. Ya en invierno me preocuparé de comprarme una con mangas intactas. Será bonita y con los colores y bordados del oso familiar.

Cuando ya he terminado de cortarle las mangas a la camisa, me descuelgo un mechón rojizo sobre el golpe. Puede que no se den cuenta del percance y que todo salga a pedir de boca–. Y con este último pelambre colgante me presentaré lo más correcto que puedo ir –le digo a uno de los caballos.

Dejo atrás la cuadra con tal dolor de mollera como padre en las mañanas siguientes a cualquier festejo nocturno. No es raro que me acuerde de él, pues los años no curan su falta. Sé que padre quería que siguiera sus pasos como mozo de cuadras y quería que fuera el mejor en lo nuestro, pero estoy seguro de que se sentiría orgulloso de que su hijo quiera seguir el camino de caballero de la familia que tanto le dio—. Por ti, por madre y por los Stonebear. Llegaré a ser caballero y, ¿por qué no?, a rescatar a una princesa en apuros. Matar a un dragón será algo más complicado, pero entre los amos y yo seguro que lo conseguimos –divago en voz baja mientras entro en la pequeña mansión, saludo a los guardias y subo las escaleras. Me encuentro de lleno con la puerta entreabierta de la hija del señor Elrik, la que tuvo fuera de su matrimonio. Los ojos se me deslizan suavemente por sus tobillos. Sin embargo, con una tajante voluntad los aparto y prosigo mi marcha–. Esos instintos no son propios de mí. Ni cuando entrenamos juntos, espada en mano, me dedico a mirarla de aquella manera. Ni a su primastra o cómo demonios se diga, incluso a la boticaria que contrataron hace un tiempo. No, no es propio de un caba… aprendiz de caballero –susurro quedándome paralizado ante la puerta del amo.

–¡¿Otra vez?! –se escucha una voz áspera tras la puerta donde me encuentro. Es el amo Elrik, por lo visto se ha despertado a tiempo para la ceremonia–. ¿Otra vez mi escudero se queda murmurando fabulas e historias de cuentos de hadas mientras el mundo sigue a su alrededor? ¡Pasa de una vez!

–Sí señor –obedezco y entro raudo a la habitación. El cabizbajo señor de estas tierras yace en su cama, casi parece un viejo kobold arrugado y apunto de abrazar la muerte. Apenas queda ya ese hombre rudo que combatió en la Segunda Guerra y volvió victorioso. La verdad es que me encantaban las historias que antes me solía contar, ojalá…

–¡Bremelyn! Vuelve de las nubes y acércate.

Vuelvo a mí, a mi nerviosismo por este día y al orgullo que siento en mi corazón. Ni me importa que quiera formalizar mi ascenso a caballero en sus aposentos, incluso lo entiendo. Después de que su hijo mayor muriese tiene una depresión de caballos… de caballos, ¿no es gracioso que siendo el mozo de cuadras diga esa expresión? El amo suspira pesadamente y me percato que he vuelto a divagar, así que prácticamente me abalanzo sobre su cama.

–¿Has dicho algo? Es igual. Te hice llamar para una cosa concreta. Tan sencilla que todo hombre debería tener en cuenta y más si de un caballero se trata–. Sus palabras me infundan confianza. Mi espalda se mantiene recta, mientras mis hombros se encuadran y mi barbilla se alza al cielo. Algunos dirán que la ceremonia es insulsa por empezarla de forma extraña y sin levantarse de la cama, pero qué más da. Es mi día, el más feliz que tendré hasta encontrar a esa princesa incapaz de rescatarse sola. Estoy preparado–. La cuestión es que para ejercer sus votos y hacer justicia, todo caballero debe saltar de su corcel y pisar tierra. Ensuciarse las grebas de polvo, barro y vino. ¿Sabes a lo que me refiero Bremelyn?

–Claro, señor. Ayudar al indefenso y defender el bien a pesar de adentrarse en los lugares más oscuros, con más mugre y con tanta maldad que solo los puros de corazón se atreverían a hacerlo.

–Eh… sí, bueno. Algo así. La cuestión es que un caballero debe en ocasiones vestirse por los pies, como también debe cargar su confianza en su escudero–. Llega el momento, ¿debería arrodillarme? –Así que, Bremelyn, necesito que vayas a la ciudad y compres abrillantador para mis grebas.

–Vaya. O sea, sí. Sí, señor. Claro, un caballero debe vestir por los pies.

–Veo que lo entiendes –dice dando media vuelta y dándome la espalda–. Oh y de paso compra varias botellas de ese vino que sabe a vinagre, ese con el que espanto a las visitas indeseables. ¿Cuál era su nombre?

–¿Sangre de Alariko?

–El mismo. Ya sabes lo que hay que hacer, ahora vete y déjame dormir un poco más. Ya me levantaré cuando pueda ver mi reflejo en las grebas. Pídele el dinero a mi hijo.

–¿Al mayor? –pregunto cuando paso por el dintel de la puerta. Se vuelve con una mirada propia de cualquier bestia enfurecida.

–¡Al segundo! –grita mientras huyo escaleras abajo.


Ya en la ciudad, con el abrillantador en mi posesión y con la desolación de un escudero abatido me detengo a escuchar el canto de un bardo fanfarrón. La gente se apiña para verlo, mientras yo rehúyo hasta un callejón, donde tan solo me llega el eco apartado. “Ese oso se llama oso”, “La guerra del consejo”, “El pepino de un traidor”, “Luna putera cascabelera”, “El anillo cagado de un lobo mutilado”. Todas pasan sin pena ni gloria, pues no es que tenga demasiada gracia para tocar. Sin embargo, el comienzo de “La vieja y fresca zorra Adela” me anima la pesadumbre que nublaba el día. Escucho a una chica vivaz y de preciosa voz con la que me quedo pasmado y en el sitio–. Es lo más precioso que he podido escuchar en mi vida.

Dejo que acaben la canción y espero a que toquen otra. Por desgracia parece que han levantado el chiringuito y ya ni el follón del gentío se oye. Listo para marcharme a por el vino, me sorprendo al ver que unos pies corretean a mi lado. Se trata del bardo. Es un hombre de aspecto sospechoso y lo digo porque sé bien cuando alguien guarda maldad y pillería en su alma, pues por muy torpe que sea no tengo un pelo pelirrojo de tonto. Sin embargo, lo que me llama la atención es la chica que va cogida a su mano, seguramente sea la que he escuchado cantar. Es preciosa, de ojos grandes y azules y de cabello dorado como el sol del verano. Su rostro inocente me encandila tanto como su voz y pienso en si es una princesa en apuros que juguetea con malas compañías.

No me detengo a pensar y directamente los sigo. Seré su héroe, seré ese caballero que los Stonebears no han visto en mí y que algún día estarán obligados a ver.

–¡Por la justicia y reputación de los Stonebears! ¡Por mi sueño, el cual se convertirá en mi destino!
Alderion
Alderion

Mensajes : 2
Fecha de inscripción : 07/08/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Blaze Lun Ago 08, 2016 7:50 pm

Shaina Stonebear
"Este mundo siempre fue, es y será fuego eternamente vivo"


      En un pequeño hogar, allá en la ciudad de Ventormenta, una mujer de cabellos rojo fuego permanecía postrada en la cama. A su lado, sujetando su mano con fuerza, una niña la observaba con sus ojos gris verdoso llenos de temor y lágrimas.

      - No vas a morir, ¿verdad? – preguntó la niña entre sollozos. Los pálidos labios de la mujer se encorvaron hasta lograr formar una sonrisa y, con las pocas fuerzas que le quedaban, acercó su mano al rostro de la niña. Sus ojos grisáceos brillaban con intensidad a pesar del pésimo estado de su cuerpo, demacrado y pálido.

      - Jamás dejes que el fuego de tu alma se apague, Shaina… - dijo la mujer con un tono de voz suave y cansado. Sus ojos empezaron a cerrarse cuando la puerta se abrió de golpe, seguido del sonido de una respiración forzada. Shaina dirigió la mirada con lentitud hacia el hombre corpulento que, a gran velocidad, se acercaba a la cama donde su madre luchaba entre la vida y la muerte.

      - Leah… - murmuró el hombre cuando estuvo a su lado, acercando la mano a su rostro y mirándola con unos vivaces ojos verdes colmados en nostalgia y pesar. La mujer cerró los ojos, dejándose acariciar por su mano mientras sonreía.

      - Perdóname, Elrik… - susurró, intentando alzar la mano hasta su rostro. Pero sus fuerzas se agotaron y la mano se deslizó suavemente sobre las sábanas, inerte. Shaina miró a su madre fijamente mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos.

      - ¡Mamá! – exclamó, agarrando su mano con fuerza. - ¡Prometiste jamás dejarme sola! – gritó entre sollozos. Elrik se quedó contemplando el cuerpo sin vida de Leah antes de lograr reaccionar ante los gritos de la niña. Se acercó a ella y se arrodilló a su lado.

      - Lo siento, Shaina… - murmuró, intentando reprimir las lágrimas. – Si tan solo… hubiera sabido antes que existías… - dijo, con una voz pesadumbrosa. Pasó su mano sobre los cabellos rojos de Shaina, intentando sonreír, pero lo único que la niña vio fue una expresión llena de dolor mientras una lágrima recorría la mejilla del hombre que se encontraba frente a ella.



      - ¡Mamá! – exclamo al mismo tiempo que abro los ojos. Me incorporo en mi cama, suspirando. ¿Alguna vez dejaré de tener ese sueño? Me quedo mirando el techo sobre mi cabeza, pensativa. Elrik Stonebear, ese es el nombre de mi padre. Poco sé sobre la historia entre él y mi madre, ninguno llegó a contármela nunca. Lo único que sé con seguridad es que soy una bastarda, una niña nacida de una infidelidad. Y eso me perseguirá el resto de mi vida.

      Cuando llegué a esta casa, solía gritarle a mi padre que si mi madre había muerto era por su culpa, pero dejé de decir aquellas crueles palabras cuando se arrodilló ante mí y me pidió disculpas por todo el daño que me había causado. Recuerdo cuánto lloré al ver de nuevo esa expresión llena de dolor en su rostro.


      Dejo caer mis pies desnudos sobre el frío suelo mientras los rayos del sol atraviesan mi ventana. Escucho las pisadas de alguien acercándose a mi habitación y dirijo la mirada hacia la puerta cuando los pasos se detienen, pero esa persona no tarda en retomar su marcha. Le escucho murmurar mientras se aleja, no hay duda de que se trata de Bremelyn, un mozo de cuadras bastante… peculiar. No tardo en escuchar la voz de mi padre por los pasillos. No ha vuelto a ser el mismo desde la muerte de mi hermano Elrik. No puedo evitar agarrar el colgante que llevo al cuello: un portafotos plateado con el dibujo de un corazón en llamas. Pertenecía a la familia de mi madre, ella solía llevar las fotos de mis abuelos, pero yo llevo su foto, para no olvidarla nunca. La suya y la de mi hermano.


      Me visto y salgo de la habitación, atravesando los largos pasillos de mi hogar. A lo lejos veo a Dragan entrar en la habitación de Elrik y, al pasar por delante, me detengo. Todavía puedo escuchar su voz, como si siguiera aquí, entre estos muros.

      - ¿A dónde crees que vas, enana? – escucho en mi cabeza. Era el mejor hermano que se puede llegar a tener… me hizo sentir que este era mi hogar y me enseñó un mundo del que nunca había oído hablar. El día que Baelor nos dio la noticia, sentí cómo mi corazón se detenía. Tras su muerte, me encerré en mí misma y dejé de hablar con quienes me rodeaban. ¿Por qué todas las personas que he llegado a amar mueren? Me preguntaba una y otra vez.

      - No eres la única que ha perdido un hermano, ¿sabes? – fueron las palabras que me hicieron despertar. Baelor tenía razón. No era la única que estaba soportando ese dolor. Todos habíamos perdido un hermano. Después de aquello, con el tiempo, volví a ser yo misma.


      Echo un último vistazo a la puerta cerrada delante de mí antes de continuar. Si Dragan está dentro, prefiero dejarle solo. Salgo del lugar y me dirijo al bosque. Desde pequeña, mi madre me enseñó a reconocer las distintas hierbas que nos da la naturaleza, pues ella se dedicaba a la herboristería antes de morir. Aunque no conseguía mucho dinero y vivíamos en la pobreza, yo era feliz. Los Ferventcore, la familia de mi madre, tenían un lema: "Besados por el fuego". Mi madre siempre solía decir que éramos de espíritu ardiente, rebeldes desde nacimiento, incapaces de obedecer. Y, fiel a mi sangre, solía correr por las calles de Ventormenta causando revuelo, ganándome mi apodo: Blaze.

      Aunque ya nadie me llama así, no desde que llegué a esta casa. También revoloteaba por todos lados, pero la esposa de mi padre andaba siempre gritándome y diciéndole a mi padre que cómo se le había ocurrido traer a una bastarda asalvajada como yo a su casa. Así que empecé a comportarme como alguien más… respetable. Pero eso nunca evitó que me escapara de vez en cuando.

      La esposa de mi padre falleció hace muchos años ya y, tampoco quiero decir que me alegre de ello, pero el no tener a una mujer gritándote constantemente y mirándote con ojos rabiosos es agradable. Me entristeció el que la que iba a ser mi única hermana muriera con ella.


      Sin darme cuenta, me encuentro pensando en aquel día de hace diez años, cuando los rumores sobre mi origen empezaron a extenderse. Nadie quería pasar el tiempo conmigo, las demás casas de la nobleza solían decir que yo era una mala influencia. Fue entonces cuando, caminando por las calles de Ventormenta junto a Elrik, me separé de él sin darme cuenta. Un grupo de niños se acercó a mí.

      - ¡Es la bastarda! – exclamó uno. Y en ese momento una piedra aterrizó en mi cara. Cerré los ojos con fuerza, tapándome la cara al mismo tiempo, mientras sentía la sangre recorrer mi rostro. Escuché unos pasos acelerados y sentí cómo alguien se ponía delante de mí.

      - Será mejor que corráis, antes de que decida cortaros las manos – era la voz de Elrik. Se giró hacia mí, apartándome las manos de la cara, mientras oía los pasos de los niños alejándose de allí. – No te vuelvas a separar de mí, Shaina – me dijo, mirando la herida bajo mi ojo.

      - Lo siento… - murmuré. – No era mi intención… - las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. Elrik sonrió y me abrazó con fuerza.

      - Yo siempre te protegeré, enana – me susurró al oído.


      Pero él, al igual que mi madre, rompió su promesa y me dejó sola.

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 2d6mlhh


Última edición por Blaze el Mar Ago 09, 2016 8:56 pm, editado 6 veces
Blaze
Blaze

Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 07/08/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Lirthas Lun Ago 08, 2016 8:08 pm

Dragan Stonebear
"Antes quebrados que doblegados"


La primera luz de la mañana empieza  a bañar la habitación. Llega poco a poco hasta mi cara y provoca que empiece a entreabrir los ojos con esfuerzo. Pesadamente me pongo bocarriba y me quedo un momento absorto en mis pensamientos mientras intento a la vez sacar fuerzas para levantarme.
Recuerdo otros tiempos en los que despertarse no suponía esfuerzo alguno. En aquella época me ponía de pie en un salto, listo para empezar mi aventura, ya fuese ir a ver al herrero forjar grandes espadas y armaduras, practicar con nuestro instructor de espada y arco, o incluso fantasear con Bremelyn mientras él limpiaba las cuadras de cómo llegaríamos a ser dos grandes guerreros.
Buenos tiempos, sin duda. Pero la vida no es como te la imaginas de niño; toda diversión y aventuras. Llega un día en el que te das cuenta de cómo es en realidad y es justo en ese momento cuando empiezas a anhelar la vida tal y como la recordabas…
Suspiro mientras me levanto de la cama. Empiezo a asearme y vestirme mientras pienso cuál es mi “aventura” del día de hoy. La responsabilidad de la familia cayó en mí y, sobre todo, en Baelor desde la muerte de nuestro hermano mayor. Él era la mano derecha de padre, pero, por encima de todo, era el hijo perfecto que cualquiera pudiera desear: fuerte, inteligente, noble, responsable, trabajador, con dotes de liderazgo y un sinfín de virtudes.
Acabo de vestirme y salgo de mi alcoba. Paseo lentamente por el pasillo hasta llegar a la de mi padre. Me paro frente a la puerta y hago el ademán de llamar pero me detengo por un instante pensando si todavía estará durmiendo o no. Finalmente llamo con decisión.

—Padre, soy Dragan. ¿Estáis ya despierto? —Espero unos segundos y vuelvo a llamar al no obtener respuesta.

Desde la muerte de mi hermano mayor ya no ha vuelto a ser el mismo.  Él era fuerte, sabio, estratega, severo, pero permisivo al mismo tiempo. En otras palabras, un gran hombre que sabía cómo llevar a su familia adelante y colocarla en la posición que se merece. Ya no, ahora se pasa las mañanas en la cama y ha descuidado muchas de las obligaciones de la familia. Ya no recuerdo la última vez que le vi sonreír.
A todos nos afectó la muerte de Elrik, pero no tanto como a él. Mi hermano  mayor lo era todo para padre. Era el futuro de la casa y la esperanza de posicionar a la familia Stonebear entre las más importantes de Ventormenta. Al menos eso era lo que repetía día sí, día también. Pero ese futuro se esfumó con su muerte. Al igual que nuestro antiguo padre.

—Padre, venid conmigo a comer algo mientras echamos una partida de ajedrez.
—¡Que nadie me moleste!


Asiento como si estuviera viendo a mi padre decir las palabras y sigo avanzando en dirección a las escaleras, pero me paro por un instante en la puerta de la habitación de Elrik. Paso y la cierro tras de mí con mucha mesura, como si todo lo que estuviese en la habitación fuera de cristal y el más ligero movimiento hiciese que todo estallase en mil pedazos. Todo está como siempre, como si Elrik siguiera aún entre nosotros. Su cama, su escritorio, sus ropajes… A lo lejos veo su armadura y me acerco a ella. Es una preciosa pieza plateada con un oso grabado en cada hombrera. Tiene una profunda y gran abolladura que cubre todo el pecho como si un martillo de unas ochenta libras de peso se hubiese estrellado en ella.

—Si supieras cómo te echamos de menos… Seguro que tú sí sabrías qué hacer para ayudar a padre y guiar a nuestra familia.

Doy varios pasos por la habitación hasta toparme con un lienzo colgado en la pared presidido por un hombre joven de cabellos y ojos castaños.  Viste con gran porte la misma armadura que hay en la habitación. Debajo del joven aparece rotulado el rostro de un oso azabache en el interior de un escudo magenta y unas palabras de tonos oscuros que dicen: “Antes quebrados que doblegados”.

De repente noto una sensación que invade mi cuerpo. Ver el rostro de mi hermano mayor me infunde una fuerza y determinación que no había sentido nunca.

—Se acabó el estar de acá para allá como un pelele esperando a que cambie el mundo sin mover un dedo. El futuro que queremos conseguir, el futuro de nuestra familia lo tenemos que forjar nosotros mismos y da igual lo duro que sea llegar hasta él si al final lo conseguimos. Yo, Dragan Stonebear,  haré todo lo que sea necesario para ayudar a obtener la posición que merecemos y hacer que nuestra casa brille más que nunca. Todo por la familia “Antes quebrados que doblegados”

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 2djcfux
Lirthas
Lirthas

Mensajes : 2
Fecha de inscripción : 26/07/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Lothar Mar Ago 09, 2016 8:38 pm

Baelor Stonebear

"Voluntad pétrea"



Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 25g3p7a



“Dicen que desde que nacemos nuestro destino está escrito, que todos tenemos un cometido en esta vida y que no podemos huir de él, que por mucho que hagamos nos perseguirá como una tenue sombra y que después de intentar alejarnos, al volver la vista atrás, le veremos agazapado y esperando que nos resignemos a aceptarlo…”

Baelor daba rienda suelta a sus pensamientos y recuerdos mientras que afilaba su acero con quietud y sosiego, mirándolo como si un anciano a punto de reunirse con sus ancestros recordase sus momentos de juventud y felicidad, como si un noble Caballero sonriese al ver sus atavíos de antaño recordando sus mayores momentos de gloria. Y es que Baelor no perdió la costumbre de cuidar su espada a diario, afilar y limpiar, era lo que desde hace tres años llevaba haciendo al alba sobre la tumba de Elrik a pesar de no haber vuelto a usarla desde aquel día.

-Los mejores lazos nacen de malas situaciones hermano, aquellos que se templan en un caos y que son forjados con sudor y sangre Baelor, solo esos vínculos resisten cualquier cosa y se hacen indestructibles, no lo olvides.

Repetía Baelor estas palabras incontables veces en su cabeza casi a diario, como muchas otras, y la gran mayoría provenían de su hermano Elrik. A cuento de la situación en general de su familia intentaba encontrar calma en ellas, mientras tanto seguía limpiando el acero de su espada como si aún siguiese manchado de la sangre de su propio hermano, aquel día jamás sería borrado de sus retinas, y cada vez que cerraba los ojos sentía como si estuviese ahí.


-Baelor, el Comandante ha ordenado al resto del pelotón cargar con todas nuestras fuerzas contra la última ofensiva de los Orcos.- Aún podía recordar el rostro de su hermano, tan solo con mirarle a los ojos supo lo que estaba pensando.
-Si eso sucede todos moriremos, ha perdido la cabeza en pos de una victoria imposible, debemos hacer algo.- Decía a Elrik asintiendo y desviando la mirada hacia el flanco contrario.
-Quiero que des media vuelta, quiero que te vayas Baelor. Tan solo encontrarás muerte si te quedas y yo jamás veré a ninguno de mis hermanos morir.- Recordaba tajante sus palabras mientras que su semblante poco a poco entristecía.
-Te seguiría hasta la muerte Elrik, pero al igual que tu no podrías verme morir, yo tampoco te dejaría atrás por nada.- Respondía a Elrik sin tiempo a añadir nada más.
-Ya basta, obedece a tu hermano mayor y márchate de aquí, estaremos bien. Los refuerzos llegarán a tiempo.- Baelor todavía podía recordar la seguridad que transmitía la sonrisa de su hermano en ese momento.



Aún centrado en los cuidados de su hoja, podía recordar lo que pasó después. Baelor se dirigió unos pasos hacia atrás y cuando vio que su hermano confirmaba su partida éste se escondió tras un árbol de grueso tronco y se sentó a esperar mientras ocultaba de sus atavíos todo símbolo Stonebear para no ser reconocido por Elrik.


-No te dejaré solo.- Decía Baelor para sí mientras cubría con barro las heráldicas familiares.


Sobresaltado por un griterío se asomó por el tronco del árbol, estaba claro que la batalla había empezado. Tras levantarse corrió a unirse con sus compañeros y hermanos de armas, durante casi una hora estuvo enfrentándose a los Orcos sin recibir demasiadas heridas, buscando a su hermano entre aquel horror teñido de rojo y verde. Finalmente tuvo la suerte de encontrarlo cuando le vio luchar con aquella enorme bestia portadora de un martillo de guerra que jamás olvidaría, Elrik encaraba a semejante enemigo sin vacile, pero era cuestión de tiempo que se le echasen más encima.
Ante esto Baelor decidió acercarse a Elrik intentando que no le reconociese, y así como un guardián se deshizo de aquellos cobardes Orcos que pretendían asestar un golpe mortal por la espalda a su hermano mientras que él luchaba contra el gran Orco. Pero la dicha de los Stonebear se vio quebrantada, los Dioses, el azar, o el destino jugaron la última carta para Elrik quien tropezó con una roca cuando el duelo alcanzaba el punto álgido, para su infortunio el gran Orco aprovechó ese momento para hundir su gran martillo de guerra en el pecho de Elrik, quien con un grito ahogado alertó a Baelor.


-¡Hermano, no!.- Gritó Baelor ante tal horrorosa escena y corrió a socorrerle.


Justo cuando el gran Orco se preparaba para asestar el golpe final Baelor se interpuso y bloqueó con su escudo el ataque, para entonces ya varios soldados estaban encima del enorme enemigo, clavando en su  sien cuantas armas punzantes portaban. Baelor dejó caer sus armas y cayó de rodillas junto a su hermano, en ese momento sintió como todo se ralentizaba, no le importaba el desenlace de la batalla y mientras los Humanos hacían retroceder a los Orcos se dirigió a Elrik.


-Ba… Baelor.. <Decía Elrik mientras tosía y la sangre brotaba de su nariz y boca>

-¡Elrik, no hables. Vas a ponerte bien!.- Decía Baelor con lágrimas en los ojos, acercando la cabeza de su hermano a su regazo.

-Ya… nada puede hacerse… soy consciente de que es mi final… <Elrik cogió la mano de Baelor y con la otra acarició su rostro desde el suelo>. Hermano… ahora la familia… depende de padre y de ti… vamos… no llores.- Decía mientras su voz poco a poco se apagaba.

<Baelor era incapaz de pronunciar palabra, tan sólo miraba a los ojos a Elrik sintiendo como la vida de su hermano se desvanecía en sus brazos>

-Debes sobrevivir… estoy orgulloso de ti hermanito… no dejes que padre cargue con todo el peso… cuida de nuestros hermanos.. de todos ellos… <En ese momento asintió con una mirada difícil de olvidar> estoy orgulloso de ti… sé que tu parecido con padre no es solo físico… prométemelo hermano, no puedo abandonar este mundo… sin saber que dejo todo en buenas manos… <Decía mientras soltaba la mano de Baelor buscando su espada en el suelo>

<Baelor solo podía asentir mientras intentaba reprimir las lágrimas ante su hermano, aunque era tarea difícil>

-Ten… ahora es tuya, a donde voy… no la necesito… <Puso su espada en manos de Baelor y la tos comenzó a hacerse mas contundente, la sangre ya irrigaba su rostro como si de un río carmesí se tratase>

-Aguanta… por favor Elrik… <Baelor temblaba, y fue lo único capaz de pronunciar al escuchar todo eso>

<La mirada de Elrik se perdía poco a poco y su boca entreabierta dejaba salir los últimos restos de aire de sus castigados pulmones>

-Al menos… no he sentido el dolor… de perderos a ninguno… <Baelor apretó con fuerza la mano de su hermano y rompió a llorar> diles a todos que les quiero…



Esas fueron las últimas palabras de Elrik, al decir esa última frase exhaló su último aliento y su cuerpo quedó inerte. Baelor abrazó a su hermano sin soltarlo y tuvo que ser arrastrado hasta un lugar seguro tras finalizar la batalla, en los días posteriores no pronunció palabra ni se separó del cuerpo de su hermano hasta que pudo llevarlo a su hogar donde hoy descansa. Desde aquel entonces Baelor cambió, en estos años no ha vuelto a sonreir y su carácter se tornó a uno más serio y a veces severo. Después de un buen rato Baelor se levantó y miró la lápida de su hermano.


-Danos fuerzas desde donde estés y pide calma a nuestros ancestros.- Recitó sobre su tumba y se dispuso a caminar hacia la finca.


Baelor entró a la residencia pasando por los establos, donde vio a Bremelyn, el escudero de padre alzar su espada de manera triunfal, más a la hora de sacarla de la vaina no pudo, con curiosidad se quedó mirando qué tramaba hacer con semejante espada pero para su decepción tan solo pretendía cortar las mangas de su manchada camisa.- Baelor dibujó un atisbo de sonrisa mientras negaba varias veces con la cabeza.
Y es que ese joven le recordaba a él mismo hace diez años, soñando con historias de Caballerías y con ser uno de los mayores héroes de Azeroth, exaltando así el nombre de los Stonebear. A pesar de eso admira su entereza y voluntad por conseguir su sueño, cosa que él tras la muerte de su hermano dejó de lado. Tras esto se apresuró a entrar a la casa, dejó en la entrada su enorme abrigo de color azabache y subió las escaleras en dirección a los dormitorios, el suyo al final, junto a los aposentos del cabeza de familia.
Baelor se detuvo en la puerta del dormitorio de Shaina y tocó con los nudillos dos veces y al no encontrar respuesta abrió la puerta lentamente, asomándose por un pequeño hueco para ver si estaba dentro. Shaina dormía apaciblemente.


-Shaina, es hora de despertar y prepararnos, nuestra prima Essi estará a punto de llegar y no podemos dejarla sola en el puerto.- Decía en voz baja para no sobresaltarla.


Tras comprobar que le escuchó, cerró la puerta y se quedó un momento pensando en su hermana. Tras la muerte de Elrik, Baelor intentó tratarla tal y como él lo habría hecho pues no pensaba olvidar su última petición. Desde que la conoció dijo que cualquiera que llevase la sangre Stonebear por sus venas sería reconocido como uno más y tuvo claro al igual que Elrik que no permitiría que nadie se burlase de ello o lo usase para hacerle daño.
Después de esto se dirigió a su dormitorio, dispuesto a cambiarse el jubón y ponerse unas vestimentas propias del recibimiento de un familiar. Tras esto fue al dormitorio de su padre y tras llamar pasó.


-Padre nuestra prima Essi llegará en breves momentos, partiré con mis hermanos y algunos miembros del servicio a recibirla, ¿Vendréis con nosotros?.- Dijo con un tono afectuoso.

-Déjame, quiero descansar tranquilo. Ahí tienes el dinero que necesita Bremelyn para comprarme algo que necesito.- Respondía Elrik a su hijo en un tono seco.

-Padre a todos nos afectó la muerte de nuestro hermano, pero si te viera así… ¿No alude el lema de nuestra casa a la voluntad de no rendirse padre?

-No vengas aquí a hablarme de tu hermano ni a intentar aleccionarme.- Dijo mientras le lanzaba una mirada furiosa y penetrante.- Ahora sal de aquí, bajaré cuando sea la hora de comer.



Baelor salió del dormitorio con el dinero en la mano y con la cabeza gacha, sabía que su padre tenía altas expectativas en él tras la muerte de su hermano, pero todo se juntó; por una parte estaba el simple hecho de la muerte, lo cual trastocó a toda la familia, para Elrik el futuro de la familia se desvaneció con la muerte de su primogénito y pensaba que su segundo hijo no podría ocupar su lugar, por otra parte el hecho de no volver a empuñar un arma por parte de Baelor, no ayudaba. Todo esto hizo que depositara en él una decepción que sería difícil de quitar.
Después se dirigió al dormitorio de Dragan, más estaba vacío y supuso que ya sabría de la llegada de Essi, conocía bien a su hermano menor y confiaba en él lo suficiente como para no tener que avisarle de algo así, le consideraba alguien responsable y tenía un fuerte vínculo con él, quizá desde que Elrik se fue, se tornó a u no mayor al que tenían antes pues ambos compartían admiración y amor por su hermano mayor y en su pérdida encontraron apoyo el uno en el otro. Bajó al patio y se lo encontró entrenando, se cruzó de brazos observándole desde lo alto.


-Tendrás que practicar con la espada hasta que el muñeco de entrenamiento salga corriendo al verte acercándote hacia el. Ese día sabrás que tu entrenamiento ha terminado.- Repitió Baelor observando a Dragan, eran las mismas palabras que Elrik les decía cuando entrenaban.

<Dragan se volvió y al ver a su hermano esbozó una sonrisa, también por las palabras pronunciadas>

-Deberías estar entrenando conmigo.- Dijo mientras le ofrecía un lugar a su lado.

-Renuncié a ello hace mucho, y espero no tener que volver a hacerlo.- Pronunció Baelor aunque agradeció la invitación.


- Tenemos que preparanos, nuestra prima vendrá pronto, cuando la campana de la capilla suene ve preparándote.

<Baelor bajó y golpeó varias veces el hombro de su hermano, en un gesto afectivo, y tras esto se dispuso a entrar al salón principal.>


Una vez dentro se sentó en una silla frente a la hoguera, descolgando el cinturón que portaba su espada y poniéndola en su regazo mientras leía las inscripciones de la empuñadura; “Antes quebrados que doblegados”.

Inconscientemente alzó la vista hacia el cuadro de Elrik y le miró fijamente a los ojos.

-¿Es este el panorama que vamos a mostrar al resto de nuestra familia, es este el honor que haremos al lema de nuestra casa? <Se preguntó a sí mismo>

Halló en sí mismo la respuesta, la cual le llevó a levantarse de la silla rápidamente, abrochándose el cinto de nuevo, tras esto se dirigió hacia el maestro de armas para notificarle que a partir de mañana entrenaría de nuevo junto a sus hermanos, y Bremelyn.


-¿Y este cambio tan repentino, a qué se debe Baelor? <Preguntaba con curiosidad>

-Nuestra es la voluntad de la misma piedra, nos romperemos antes de ser doblegados, pero no dejaré que nada doblegue a mi familia ni a mí mismo por más tiempo.[/i][/color]


Éste asintió con media sonrisa y comenzó a hacer los preparativos, pues se necesitarían mas muñecos de entrenamiento y armas para ello de las que ya se usaban. Baelor salió de la casa otra vez, y se dirigió a los establos para preparar su caballo y estar con él un rato antes de montarlo, como acostumbraba a hacer cada vez que iba a montarlo. Tras estar un rato con su corcel escuchó como se abría la puerta, y se escuchaban los pasos bajando por las escaleras de madera que conducían hasta el patio principal, Baelor salió del establo con las riendas de su caballo en mano y éste a su derecha y mirándoles esbozó una pequeña sonrisa.


“…puede que nuestro destino esté fijo y que sea inmutable, pero yo, Baelor Stonebear me encargaré de demostrar que con una voluntad inquebrantable, hasta algo inmutable puede ser cambiado."




Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 2ll1tuq


Última edición por Lothar el Miér Ago 10, 2016 10:46 pm, editado 1 vez
Lothar
Lothar

Mensajes : 2
Fecha de inscripción : 04/08/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por rusaso Miér Ago 10, 2016 4:29 pm

Kilving

Tras la tercera guerra la Abadía de Villanorte se había convertido en el punto de inicio para todo aquel que quisiera ser alguien y vivir aventuras. Kilving había visto a un montón de gente en los meses pasados llegar para ayudar con los lobos salvajes o los ladrones que rondaban la zona. Pero él siempre se había quedado mirando desde la ventana de su habitación, oculto entre sus libros: “esa vida no es para mí, solía decirse. Al hombre le habían dejado al poco de nacer en las puertas de la abadía, sería el hijo de alguna prostituta o algo similar pero a él no le importaba lo más mínimo.

Desde muy joven había sido receloso de salir al exterior, probablemente debido a los insultos típicos de críos tales como “pelo de caca” y un pequeño malentendido con el pequeño grupo de amigos que tenía por ese entonces. Algunos se cayeron por un pequeño terraplén de apenas medio metro. “Traidor” le llamaron, porque él era el que les estaba guiando por el bosque. Había pasado gran parte de su vida con la nariz pegada a los libros de la biblioteca y el tiempo que no pasaba allí se encargaba de ayudar a los monjes más ancianos o ,por desgracia, de limpiar las cuadras cuando el mozo de la pequeña villa de al lado no podía ir.

Así había pasados sus 25 años, leyendo un libro tras otro: fantasía, historia, derecho… Su libro favorito era una recopilación de fabulas llamada “Las antiguas enseñanzas”.

Sin embargo su pacifica vida se vio destrozada cuando una noche escuchó unos gritos extraños cercas de las cuadras durante un pequeño paseo nocturno.

–¿Hola, quien anda ahí?

Al fondo del establo pudo intuir un movimiento por lo que, con sumo cuidado, se acercó hasta que la luz de su farolillo alumbró la sección. El cadáver de un joven, el mozo que se encargaba de limpiar las cuadras se hallaba pálido e inerte entre la paja con un charco de sangre reciente en la zona de la cabeza. Intentando reprimir las ganas de vomitar, Kilving retrocedió un par de pasos pero un golpe seco en la cabeza lo derrumbó. A la mañana siguiente, uno de los monjes le encontró junto al cadáver y, sin ningún motivo aparente, apestando a alcohol.

– ¡Te…tenéis que creerme yo no hice nada!– El joven intentaba por todos los medios que el abad creyera en su inocencia.

–Hijo mío, sé que la bebida puede nublar el juicio de hasta el mejor de los hombres. Puede que tuvieseis una discusión o algo similar y que se os fuese de las manos. Si no me dices que ocurrió no podré ayudarte.

Kilving repetía una y otra vez lo que recordaba de aquella noche: el ruido, como encontró al joven y el golpe que le dejó inconsciente, pero sin pruebas parecía imposible que la guardia le creyera.

–Hijo mío– dijo sosegadamente mientras caminaba hasta su escritorio –, te creo. Muchos en esta abadía te hemos criado desde que eras un retoño y sé que no serías capaz de hacerle daño a un hijo de la Luz– Introdujo una mano en uno de los cajones y extrajo papel, tinta y un sello. –. Hace poco que el bibliotecario de la familia Stonebear pereció y han estado buscando un sucesor– Escribió rápidamente y con una precisión digna de alabanza para su avanzada edad, una carta de recomendación que posteriormente selló –. Llévales esto, debería de bastar para que te tengan como mínimo en cuenta ¡Que la luz te bendiga! Espero que podamos volver a vernos cuando todo esto se resuelva– Ante el silencio sepulcral de la estancia el abad añadió –. No temas, nadie aquí te delatara puedes ir tranquilo.

Kilving no dijo una palabra más en todo el día, el shock de lo que le había acontecido no le permitían pensar con claridad. Durante el resto de la mañana guardó las pocas posesiones que tenía en una bolsa de cuero y se marchó sin despedirse hacia la mansión de la familia Stonebear al atardecer. Como he dicho antes, en estos días la abadía de Villanorte es el punto de inicio de muchas aventuras. Su influjo va más allá de los deseos de las personas, les incita u obliga a moverse y con ellos también lo hace el mundo.
rusaso
rusaso

Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 28/07/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Berennice Vie Ago 12, 2016 10:14 am

Berennice Hawkspear

La cálida luz del sol asomaba en la casa de los Hawkspear, tan tenue y acogedora, era el indicio que sería un gran día…Claro está, si la plaga no estaría sitiando la Ciudad de Lunargenta.

Berennice se encontraba mirando por la ventana, contemplando como las forestales corrían de un lado hacia otro gritando ordenes y evacuando civiles hacia otras partes de la ciudad o hacia el propio bosque en una avanzada donde estaba escondidos los refugiados de las aldeas aledañas a la gran ciudad élfica.
Al pasar unos minutos, las arqueras y soldados volvieron sobre sus pasos, disparando a la retirada y replegándose hacia sus cuarteles. Detrás de ellos, sus perseguidores, los muertos vivientes les pisaban los talones, tumbando y matando a todo elfo que se quedara detrás. El padre de Berennice le apartó de la ventana rápidamente para que no le vieran, aunque ella ya tenía la edad y era un poco diestra con su espada al igual que en las artes de la piromancia, no había nada que hacer frente a una fuerza de ese calibre.

Papá, tenemos que salir de aquí y ayudar a las forestales. ¡Están siendo aplastadas! –gritó, en un ahogo de rabia la joven elfa.

Hija…No podemos hacer nada, sólo esperar que ocurra un milagro. –refutó el padre.

Berennice bufó y accedió a las palabras de su padre. La familia de Quel’doreis se atrincheró en su casa y se armaron a duras penas con un par de espadas y bastones. La puerta de la vivienda tembló y se tambaleo, del otro lado, una abominación de carne golpeaba con sus puños la puerta, la plaga ya se hizo con el control de esa parte de la ciudad. Venían a masacrar a los supervivientes, no había escapatoria. La muerte llamaba a su puerta.

Su padre se puso delante de la puerta, intentando contenerla con las manos para que no fuera derrumbada, Berennice corrió en su ayuda y hizo lo mismo.
Los primeros golpes fueron soportables para ambos elfos. Cuando llegó el cuarto golpe la puerta salio disparada hacia atrás junto a Berennice que golpeo su espalda y la cabeza contra la pared, desorientándole un poco. En los segundos que tardó en recuperarse vio como su padre combatía con su espada a un pequeño necrófago que entró corriendo por la abertura de la puerta. Berennice volteo y buscó su pequeña espada en el estante para ayudar a su padre. Se abalanzó sobre el no-muerto y le apuñalo en el cráneo con un grito de rabia agudo, luego de esto por la puerta destrozada se hizo notar la abominación que entró a la fuerza, golpeando a la Elfa con su puño cerrado muy fuertemente, empujándola contra un montón de ropajes. Cuando pudo recuperarse un poco apartó un poco las telas y pudo ver como su familia yacía muerta en el suelo, en un gran charco de sangre y madera astillada.


Esperó unos momentos para estar segura que no había nadie y salio de entre las telas, camino hacia la salida y pudo ver su ciudad en ruinas, los cadáveres en las calles y sin rastros de No-muertos. Suspiró profundamente y se volteo hacia su familia, mirándoles con muchísima tristeza, una lagrima recorrió su mejilla y cayó sobre el charco de sangre. No podía entenderlo, en sólo un instante todo su mundo, toda su felicidad, ya no existía.

Se inclinó sobre sus padres, cerrándoles los ojos. Tomó el collar de su madre y se lo colocó ella en su cuello, acto seguido fue hasta la habitación de sus padres y buscando entre sus cosas tomó la espada ornamentada de este, guardándola en la vaina adornada y colgándola en su espalda.

Dio una última despedida a sus padres, haciendo un gesto con la mano prendió en llamas las telas donde había estado oculta y salio de la casa. Algo en su mentalidad había cambiado. Sí bien ya era orgullosa y temperamental de naturaleza, la muerte de sus padres la llevó a tener un gran odio hacia toda criatura profana al servicio de la muerte

Corrió hacia las murallas externas de la ciudad y se coló por un hueco que habían dejado las catapultas del enemigo. A paso ligero se alejó de Lunargenta, sin mirar atrás, ya nada quedaba para ella en ese sitio, el dolor del recuerdo le pinchaba más que cualquier estocada de la más poderosa espada.

Las semanas y meses pasaron, la guerra llegaba a su fin, pero a Berennice le seguía atormentando la sed de magia característica de su raza y el recuerdo de sus seres queridos. Llegó hasta un asentamiento de arcanistas forajidos de su antiguo hogar donde le enseñaron a meditar y controlar su adicción a las energías mágicas. Se quedó con ellos durante un par de semanas, pero sabía que no resistiría mucho más estar entre su gente..

Siguió su camino hasta llegar al sur de los Reinos del Este, se estableció en las Montañas Crestagrana. En la posada, una tarde de primavera se encontraba bebiendo con un cliente, que intentaba comprar sus servicios para entregar un paquete a su hijo en la Ciudad de Ventormenta. Berennice aceptó, en cuanto recibio el pago se alistó y salio de la taberna pero fuera le esperaban unos bandidos.

Escoria élfica, ¿Qué hace alguien como tu por estos lugares? –Decía uno de ellos mientras jugueteaba con un cuchillo entre sus manos.

Berennice permaneció callada, pero entre cerró los ojos al ver al segundo bandido que se acercaba.

¿Sabes? Hay que cobrarle una cuota a los extranjeros de Crestagrana, venga que traes en la bolsa… -Dijo el segundo bandido con un aire burlón.

La joven elfo siguió caminando por los muelles hacia el puente que conducía hacia el bosque de Elwynn, pero detrás de ella escuchó el grito de uno de los bandidos y posteriormente sus pisadas en los tablones del muelle. Venía a por ella.
Berennice bufó, se dio vuelta y antes de que la daga del elfo tocara su pecho el dio un puñetazo en el rostro que lo hizo caer al suelo, acto seguido miró hacia los lados, no había guardias, que extraño…Seguramente estuvieran todos embriagados en el cuartel con hidromiel hasta las cejas.

¡Hermano, maldición que torpe eres! –Gritó el bandido desde la puerta de la taberna ¡Se hace así mira!

El maleante corrió hasta la elfo con su daga en mano, pero no se percató que ella tenía ya entre sus manos su espada, cuando pudo reaccionar fue tarde, Berennice ya habia apuntado su espada para darle una estocada en el pecho. Cuando el bandido llegó hasta la Quel’dorei la espada le rozó el costado ¿Casualidad? No. Ella, apropósito, había desviado el ataque para solo rozarle, no quería cargar con asesinatos por ahora.

El ladrón se enfureció más y le apartó de un empujón, con esta acción el bandido que yacía en el suelo le tomó del tobillo y logró tumbar a la elfa que cayó de espaldas en el muelle. En un rápido movimiento el malviviente que la había empujado se le sentó encima de las caderas sin dejarle moverse. Berennice se enfureció muchísimo por esto.

Creo que ahora tomaré algo más valioso que sólo una bolsa con monedas -Dijo mientras posaba una de sus manos sobre el vientre de la Elfo.

Creo que hoy no será el día –Berennice levantó su mano derecha con una posición de los dedos ya iniciada. Tienes muchisimo fuego en tus pantalones…

Exactamente tengo muchisimo fue-…Un momento –El bandido miró sus pantalones, una ascua pequeña ardía en ellos. ¡Es verdad!

Berennice sonrió e intensificó las llamas, el ladrón se paró de un salto y echó a correr hacia el lago, el segundo bandido abrió los ojos sorprendido y fue en ayuda de su compañero. La Quel’dorei se puso en pie y siguió su camino mientras se sacudía los ropajes y veía a los humanos en el lago insultarle desde lejos, sabía en ese entonces que sería mejor acelerar el paso y empezar a correr.

Luego de un tiempo llegó al bosque donde en una cabaña pequeña encontró al destinatario de su encargo, llamó a la puerta con fuerza y después de unos segundos un hombre robusto pero de edad avanzada le recibió e invitó a pasar. Berennice desconfiada de lo que había pasado anteriormente con los humanos, accedió pero mantuvo siempre cerca de su mano la daga de su cinturón.

Muchas gracias, Joven elfa. ¿Te han pagado ya? –Dijo en tono amable el anciano.

Sí, el que envió el paquete ya ha completado mi pago.

Bien, porque quiero pedirte otra cosa –El hombre se rascaba el mentón de forma metodica al hablar. Necesito una escolta, ¿Podría contratarte para ello?

Sí, pero siempre por un módico precio –Dijo con un tono serio, Berennice.

El hombre asintió y le contó los detalles de lo que tenía que hacer. Algo sencillo, una guardaespaldas en un intercambio comercíal. La Quel’dorei aceptó y alistó sus armas. Partieron a la mañana siguiente.

El sol asomaba en el bosque, el anciano despertó a Berennice, que había acampado fuera, con unas suaves palabras. Ambos se alistaron y empezaron a caminar. El joven anciano le contó historias sobre guerras y criaturas de otros mundos, ella no estaba interesada, sólo pensaba en su familia en su hogar. Sólo, se limitaba a asentir.

Llegaron hasta un claro del bosque donde el camino se acababa, el anciano marcó el lugar y dijo que esperarían allí, también el pidio si podia hacer una fogata para él, porque con su avanzada edad ya no estaba para estar haciendo de forestal.
Berennice bufó sutilmente y le preparó en unos minutos una hoguera pequeña y una toca donde poder sentarse.

Como siempre, la generosidad de los elfos es bien distinguida –Sonrió el anciano.

Berennice sólo se limito a hacer un gesto de cortesía.

Desde el otro lado del claro aparecieron tres figuras humanas más, vestidos con ropajes finos y botas de cuero muy caras. Eran los propietarios de esas tierras, la Familia Stonebear.

Darroth, que gusto me da verte anciano loco –Dijo el humano más alto, al menos parecía el más importante. ¿Tienes lo nuestro?

El anciano asintió y le pidio a Berennice que le entregara la pesada bolsa con las monedas. La elfa se puso en píe colgo la bolsa en su espalda y caminó unos pasos hasta el grupo noble, pero cuando se recompuso luego de dejar la bolsa a los píes del mayor notó algo raro en la cara del hombre a su derecha, una expresión de sorpresa o…¿Temor quizá? Cuando Berennice se volteo no podía creer lo que estaba presenciando.

El anciano, atravesado por una espada a la altura del estomago, con una expresión de horror y muerte en su rostro caía lentamente al suelo en un suspiro de agonía. Detrás de él, un grupo de al menos unos 6 bandidos.

Vosotros sois los siguientes, cómo no entreguéis todos vuestros objetos de valor –Gritó el aparente líder de la banda.

¡Jamás! –Replicó Elrik, uno de los Stonebear.

Berennice desenfundó su mandoble y se colocó en posición de defensa delante de los tres nobles. Aunque uno de ellos se puso a su lado, era el guardaespaldas de ellos. La elfa le miró y asintió, ambos esperaron el ataque de los bandidos.

La batalla comenzó dos bandidos corrieron hacia la pareja de guardaespaldas con sus espadas en alto. No supuso mucho esfuerzo para ellos esquivar o parar el ataque, de una estocada  certera al estomago ambos cayeron. Ya no había tiempo de sutilezas o sólo herirles, no.
Un segundo bandido se abalanzó sobre el humano celador, hiriéndole en el cuello y provocando una hemorragia profunda obligándole a retirarse a un lado gimoteando de dolor, Berennice no se percató de ello por estar luchando contra el cuarto bandido que le había atacado rápidamente y le atosigaba con sus golpes. La joven elfo no quería perder más tiempo esta batalla se estaba alargando demasiado. Dio un paso hacia atrás para esquivar una ataque, realizó un tajo en barrido a los pies del ladrón para tumbarse al suelo y acto seguido enterrarle la espada en el pecho.

Mírala, Dregor… su espada y ella son un solo movimiento -Dijo Elrik asombrado. Ambas bailan una danza mortal que cualquier espadachín temería o se atrevería a plantear una lucha más cuidadosa. En cambio…mira a nuestro celador contratado, se ha dejado abatir tan…fácilmente.

No estarás pensando en… -Dregor intentó hablar pero algo le paró en seco.

Berennice levantó la vista hacia el bandido que habia matado al otro celador, había arrojado su cuchillo al pecho de Dregor, donde le atinó un golpe mortal. Apretó los labios en un arranque de furia marcando un símbolo con sus manos canalizando algo de poder lanzando una pequeña pero engañosamente poderosa bola de fuego al brazo del malviviente, incinerándole la extremidad y dejándosela inútil. Mientras el humano gritaba agonicamente de dolor, cargó contra este atravesándole con su espada.

Bash'a no falor talah…Bastardo. –Dijo fríamente Berennice mientras enterraba lentamente la espada al bandido en el pecho.

Sacó su espada del cuerpo muerto del ladrón de un tirón y la sacudió hacia un lado arrojando la sangre al verde y fresco césped del bosque, mirando con frialdad al aparente líder del grupo, que sudaba por los nervios, estaba sólo, frente a una elfa muy enfadada.

Esto no quedará asi, escoria élfica. –Dijo mientras echaba a correr hacia las sombras del bosque.

Berennice bufó, enfundó su espada y caminó hasta el noble. Este, se encontraba arrodillado ante el cuerpo sin vida de su hermano.

Ha muerto... ¿Verdad? –Soltó la elfa con algo de desprecio. Lo siento, fue mi culpa, una mera distracción.

Sí, pero…No he de culparte. Habéis hecho todo lo que estaba en vuestras manos para defender a ambas partes. A pesar de todo, estoy agradecido por ello. –Dijo Elrik, con algo de tristeza en su voz. ¿Cuál es vuestro nombre, Joven Elfa?

Berennice Hawkspear, Exiliada de Lunargenta. –Respondío ella, con un tono de seriedad.

Y ahora mercenaria, ¿Verdad?

Berennice asintió.

Bien, Joven Berennice. Como comprenderás… Me he quedado sin escolta. –Señaló el cuerpo sin vida del joven. Y estos lugares no son precisamente seguros, para alguien como yo. ¿Podría contratar vuestro servicio?

La Quel’Dorei se llevó la mano derecha a la cadera y con la otra apartó los cabellos que caían en su rostro. Volvió a afirmar con su cabeza, pero esta vez con una sonrisa en su rostro, finalmente dijo…

Claro, pero todo servicio, tiene…Un módico precio.
Berennice
Berennice

Mensajes : 2
Fecha de inscripción : 08/08/2016
Edad : 27

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Mad Vie Sep 02, 2016 9:16 am

MARTIN MILLER
"Las gallinas que entran por las que salen"

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. 316nbc9

Un nuevo día comienza en Elwyn. Los primeros rayos de sol iluminan las copas de los árboles del bosque, los murlocs van a pescar al río y el bullicio de la gente se empieza a escuchar en las calles de Villadorada. Mientras tanto, Martin Miller abre uno de sus ojos y mira alterado a su alrededor hasta comprobar que está seguro, desnudo encima de su cama, pero seguro en casa.


Al incorporarse no puede evitar caer al suelo como si de un saco de patatas se tratase, ya fuera por la resaca que tiene encima o por el fétido olor a ginebra barata que sale de su boca. En el suelo empieza a pensar en lo patética y triste que es su vida, en lo infeliz que es y en lo mal que le han ido las cosas desde que su familia muriera por culpa de la plaga. No es que eche de menos a su familia, nunca se sintió muy apegado a ellos, pero le guste o no eran parte de su vida. Empieza a plantearse si tiene algún motivo por el que seguir con vida. Tras casi una hora perdiendo el tiempo en sus estúpidas idas de olla se da cuenta de que tiene que ir al trabajo, saca fuerzas y se pone en pie, se termina la copa medio vacía que tiene encima de la mesilla de un trago, se enciende un fabuloso puro de los Stonebears  y sale a la calle camino a las plantaciones donde trabaja.


Martin Miller trabajaba para la familia noble Stonebears. Una familia noble acomodada pero no demasiado pudiente cuya fortuna sale del vino y del tabaco que él mismo planta, cuida y recolecta año tras año, ya que es el encargado de los viñedos y plantaciones. Consiguió ese puesto tras un fuerte motín y alboroto entre antiguos trabajadores y la familia Stonebears que puso en jaque el futuro de los campos. Por aquel entonces aceptó el puesto porque pagaban bien y con eso podía permitirse sus vicios, que no son pocos ni mucho menos baratos. Como no podía ser de otra forma, los Stonebears desde aquel suceso están mucho más encima y no pasan ni una. Pero por suerte para Martin, pese a ser un borracho infeliz y putero, era un buen trabajador y daba el callo todos y cada uno de los días del año, lloviese o nevase, y gracias a esto se ha ganado la confianza de la familia, que le trata como si fuera uno más.


Con el puro en la boca y botella de vino en mano, Martin va tarareando por mitad del bosque "La danza del oso", su canción favorita. A medio camino se cruza con un comerciante enano de quesos que viene del norte, al cual no duda en invitar a vino a cambio de un poco de queso.  No tarda en enzarzarse en una gran discusión con el enano por decir que las prostitutas enanas no son nada sexis y que las veces que lo ha intentado con una no se le ha levantado del asco que dan. Al ver que la discusión cada vez va a más decide actuar, pega un empujón al enano, coge el vino y la cuña de queso y sale corriendo como si no hubiera un mañana. Cuando la silueta del enano moviendo el puño en alto y soltando improperios desaparece en el horizonte, Martin para a la sombra de un árbol y con una sonrisa picarona en la cara bebe un trago de la botella y se enciende otro puro que siempre guarda en el bolsillo del pecho de su camisa de cuadros.


Cuando Martin quiere llegar hoy a los campos ya es medio día. Cansado y abrumado todavía por culpa del enano, decide encerrarse en el despacho a dormir un poco y recuperar fuerzas para el resto del día.


- ¿Jefe? ¿Está usted despierto? Este tío está K.O., menuda juerga se tuvo que pegar anoche, apesta a alcohol de nuevo... En fin, vámonos, ya se despertará y volverá a casa el tío vago este. Sería un gran trabajador pero ahora no es más que un holgazán borracho.


La noche cae sobre Elwyn y Martin Miller abre un ojo y empieza a maldecir su vida y la de varios familiares difuntos a grito pelado, siente que últimamente no hace nada bien. Por suerte, hoy no se ha pasado nadie de los Stonebears a ver los campos y esta vez sale airoso de su ineptitud. Al salir a la calle ya ha anochecido y eso para Martin Miller es el comienzo de algo grande y el motivo por el cual se levanta cada mañana. Ahora sí, con una sonrisa de oreja a oreja,  vuelve rumbo a la taberna de Villadorada con el cuerpo casi recuperado de la borrachera de la noche anterior y dispuesto a cogerse otra melopea con los parroquianos de la taberna.


Al entrar, ve que éstos ya tienen hecho un corrillo y, por las risas y los gestos de algunos, seguro que comentan alguna jugada increíble.  A Martin le cuesta considerarlos amigos, ya que tan pronto te sonríen y te defienden a capa y espada como te apuñalan por la espalda, pero por lo menos le hacen compañía mientras bebe y eso es importante para él. Cuando se acerca recibe una terrible noticia, Yasmin, una joven hermosa y prometedora prostituta de la cual Martin está terriblemente enamorado, se ha subido a la habitación con un supuesto paladín negro calvo.


Martin se siente triste y tremendamente enfadado con Yasmin, desea que ese paladín negro tenga una gran tranca y le haga un gran daño mientras follan. En el fondo sabe que Yasmin va a disfrutar más que nunca y él quedará a la altura del betún, pero intenta autoconvencerse de que no es así. Sin darse cuenta, se está imaginando un montón de guarradas con Yasmin y sufre una gran erección, por lo que decide irse al final de la barra a beber en soledad e intentar tranquilizar al pequeño Miller.


Varias copas de gin tonic después y con la mirada perdida, empieza a divagar de nuevo sobre su situación. Empieza a darle vueltas a la posibilidad de irse al sur, con unos amigos con los que suele veranear todos los años. Uno de ellos tiene una supuesta tienda, pero en realidad todos los jueves por la noche monta partidas clandestinas de cartas y dados donde Martin siempre lo ha pasado en grande, a pesar de que siempre pierde. La verdad es que está sumido en un mar de dudas y no sabe qué hacer, todos los días se hace las mismas preguntas, aunque nunca toma una decisión clara y lo deja para otro momento.


Con una borrachera de campeonato, triste y enfadado por culpa de un paladín negro calvo y súper confuso por su situación, decide irse para casa, tirarse encima de la cama con la ropa puesta y dormir la mona hasta que comience el día siguiente.
Por hoy ya está bien, buenas noches Martin Miller.

Mad

Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 26/07/2016

Volver arriba Ir abajo

Familia Stonebear. Presentaciones iniciales. Empty Re: Familia Stonebear. Presentaciones iniciales.

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.